sábado, 8 de octubre de 2011

Metáforas de un premio Nobel

Cansado de todos los que llegan con palabras, palabras, pero no lenguaje...
De “La plaza Salvaje”,1991.

Una obra que trata "sobre el momento en que la niebla se disipa, cuando por un breve momento se rompe la cotidianeidad". Las palabras van destinadas al poeta sueco Tomas Tranströmer, reciente premio Nobel.
Es motivador leerlo, el hombre anda por los 80 años y ya no escribe, desde 2004 se dedica a escuchar música clásica. Lo consideran un gran creador de imágenes que ha hecho del uso de la metáfora uno de los rasgos más característicos de su poesía. Es alguien reconocido internacionalmente pero aquí apenas se lo conoce, lo poco que leí me hizo acordar a los poemas diáfanos de Clarisse Nikoïdski que Juan Gelman citó en su dibaxu, como si por un momento lo leído reflejara la calma de un estanque de agua quieta bajo el sol, y sin embargo esos poemas parecen nacidos de la bruma, asombrándose de las pequeñas cosas.

En un estudio sobre tendencias en la literatura nórdica, el catedrático Thomas Bredsdorff se preguntó si en verdad existe una “literatura nórdica”, por lo cual comprobó que de ninguna manera se podía reducir la noción de “nordismo” –como característica étnica– a un oscuro cruce entre la angustia de Kierkegaard, la melancolía de Bergman, fresas salvajes y rubias de “Playboy”. El autor reconoce que, al leer poesía nórdica, todas estas inútiles imágenes se desvanecen en el aire.
Pero he aquí que en dicho estudio Bredsdorff registró en muchos poetas el tratamiento sobre la muerte. Analizando algunos poemas descubrió algunas características muy particulares en los poetas suecos, finlandeses, noruegos, islandeses y daneses, un cierto tono sobre lo cotidiano, ondulado suavemente a través de los versos y una ausencia de la noción de “persona” en cada escritura (el “yo” que aparece en el poema apenas se distingue del “yo” que lo escribe).
No me sorprendió entonces encontrar en este breve ensayo una mención a la poesía de Tranströmer, citando estos versos:

Y la paz puede llegar como unas gotas, quizá de noche
Cuando nada sospechamos
O como cuando estamos conectados al gota a gota de una cama de hospital...

El catedrático de la Universidad de Copenhague sostiene que se trata de un poema descriptivo que retrata una pila bautismal del siglo XII en una iglesia de la isla de Gotland (las pilas bautismales son recipientes utilizados en las catacumbas de las iglesias para contener el agua en el sacramento del bautismo). La descripción lírica se basa en el contraste entre las escenas bélicas labradas en el exterior de la piedra y la paz que descansa en el agua bendita, invisible, del interior eclesiástico. El poeta busca plasmar la contraposición entre la violencia labrada del mundo exterior y la serenidad del interior de la pila bautismal. La muerte apacible de un ser querido en una cama de hospital, gota a gota a través de un tubo destinado a ser mudo testigo de la escena inevitable, sea tal vez un buen ejemplo para hacer una referencia directa al agua bendita del recipiente sagrado. Imposible abordar el poema asumiendo un tono “nórdico” en el mismo, la ignorancia sobre tales literaturas abruman, pero algo es cierto, y Bredsdorff se encarga de aclararlo: hay mucha buena poesía en la Europa del norte.

Tomas Tranströmer llegó a decir que “un poema no es otra cosa que un sueño en la vigilia".
Eso parece ser lo que escribe. Me alegra saber que algún día tendremos alguna traducción en alguna librería. Va a ser un placer leerlo.
Nada mejor, para terminar, que un poema relativo a estas disquisiciones:

Postales negras

La agenda llena, futuro desconocido.
El cable canturrea la canción popular sin patria.
Nieve sobre el mar inmóvil como plomo. Luchan
sombras en el muelle.
En mitad de la vida sucede que llega la muerte
a tomarle medidas a la persona.
Esta visita
se olvida y la vida continúa.
Pero el traje va siendo cosido en silencio.

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