sábado, 6 de octubre de 2012

Arma de instrucción masiva


En ocasiones las construcciones filosóficas se realizan a partir de fragmentos, sin tener una noción de cómo se originaron los asentamientos de los conceptos, ni tener dominio del significado de las palabras ni de la coyuntura del esquema planteado donde poder sustentar una teoría, en este planteo se suele agregar un manejo híbrido de las terminologías, que producen ambigüedad conceptual y ausencia de univocidad, imaginemos a partir de allí enhebrar argumentaciones de oídas para posteriormente refutarlas sin escándalo, y todo sin un hilo conductor que pueda trazar origen, desarrollo, pensamiento y conclusiones, sin contar en el medio el atravesamiento de planos e ideas que puedan entrelazar alguna teoría distinta de la que comúnmente se discute sin conocimiento real del problema que se intenta dilucidar.

A veces creo encontrar respuestas sencillas, una de ellas tal vez sea la ausencia de prácticas de lectura de libros, por lo general nos empantanamos con noticias de diarios, artículos de opinión, versiones de versiones y citas de autores que probablemente citaron sin estudiar el texto, entonces estamos listos para descifrar lo que parece comprendido, creyendo aportar conocimiento. Paralelamente algunos medios de comunicación construyen sentido desde las portadas con títulos exclamativos y desarrollos del cuerpo de las noticias en modo potencial, lo cual establece confusiones en el lector al pretender discernir con lecturas propias una realidad tergiversada.

Para esto se valen de referentes que pasan a ser voceros de un relato, condicionados estos por factores económicos y políticos, pero que cuentan con puntuales aplaudidores que sostendrán el espacio adscribiendo a verdades relativas y parciales.

Relatores de un relato, cumplido para construir sentido, para que hagamos de cuenta que estamos informados. Se trata de un circo, todos al final del día cumplen su función. Todos se retiran a sus rutinas convencidos que así funciona el mundo.

Hay un loco suelto por Buenos Aires, generalmente anda por la capital federal, tiene un viejo Ford Falcon que convirtió en tanque de guerra pero lleno de estantes abiertos con libros, lo bautizó “arma de instrucción masiva”, cuando lo llaman para ir a un colegio, les dice a todos los presentes que los libros están para ser retirados (de a uno por persona) en forma gratuita, pero les pide a cambio que también donen libros a quienes no pueden comprarlos, que es preferible  “liberar” un libro en un sitio público que atesorarlo sin darle utilidad.

Habría que imitarlo, pararíamos un poco esta estupidez.

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