sábado, 10 de noviembre de 2012

Lo que ya sabemos


Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra / traspasado por un rayo de sol / y de pronto atardece”.
Quasimodo

El crepúsculo de toda existencia, los tonos ocres y bermejos de un día en la vida, el café que tomamos en silencio mirando los autos repetidos, cuando siempre fuimos los conductores de esa única autopista, la tarde que pasamos por última vez la puerta de salida de nuestro trabajo, la película en blanco y negro que nunca vimos, y sin embargo éramos los protagonistas, el libro de historia que volvimos a leer fuera de la escuela, el árbol de casa que creció mientras estábamos dormidos, sin que nos diéramos cuenta del televisor encendido y los juguetes tirados en el suelo, es cierto que al final del día recogemos lo balbuceado, las cotidianas acciones que dicen algo de lo que somos, pero que no dan cuenta de todo lo que representamos, recién entonces, en ese umbral de quietudes vanas, sabemos que de algún modo perdimos otra oportunidad de sumar valores, cuando no sabemos bien que es el valor, de que modo se mide, como se lo desarticula para descifrarlo por dentro, y todo eso supone ser conscientes del paso del tiempo, lo que hacemos y aceptamos hacer, lo que ofrecemos porque alguien nos lo pide.

Cada día hago una mayor autocrítica de las discontinuidades y rupturas en las que suelo formar parte, sin entender del todo porqué algunas cosas me afectan.

La frase de Quasimodo aún espera ser descubierta no desde lo literal sino desde las miradas endógenas de aquello que nos pasa sin modificarnos, porque es cierto que algo ocurre en ese devenir, apenas lo comprendemos, aunque hagamos de cuenta, como dice Cesare Pavese, que fingimos no saber lo que ya sabemos.

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