sábado, 3 de noviembre de 2012

El Dios que no


Estoy leyendo el Anticristo de Friedrich Nietzche, veo un sendero del entendimiento que se escurre, cuyo vínculo es la necesidad de instaurar una fe, el porqué se desnaturaliza una noción de Dios, convirtiéndose en concepto de una supuesta ley moral ¿Qué hay detrás de todo esto?
Apartando los lineamientos de las creencias religiosas ¿no existe acaso un hábil posicionamiento en la significación del pecado?, el orden se trastoca y con el, toda semántica pierde sustancia. El Dios justo de un pueblo oprimido termina siendo un dios condicionado, que ya no escucha, ni ampara.
Se subvierten los valores, en aras de un único valor, determinado por quienes ungen, con perturbadora inocencia, los preceptos de la verdad y las buenas costumbres. De allí en adelante, nace una pirámide. Se piensa a partir de esto, como si se trataran de piedras enquistadas en las catedrales de la razón, en cuyos subterfugios habita la idea del pecado como instrumento de poder y sumisión.
Estado de cosas donde alguien determina el territorio, eso que llaman “el reino de Dios”.
Desprecio, profanación, alimento y subsistencia. Sobre estos términos arrojó su desdén el filósofo alemán. Llevo hacia graneros abandonados lo que creo entender del asunto.
Dios establecido como concepto de ley para construir sentido normativo desde espacios de poder.

Yo difiero, buscando en todo esto la poesía, en cuanto al texto, veo en la teología la intención de direccionar adscripciones simbólicas, por fuera de los parámetros de la razón, parecería que de tales sedimentos se desprenden estas ideas.

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