domingo, 6 de octubre de 2013

Ahora...

Me adormezco durante el viaje en coche y me detengo bajo los árboles, junto al camino. Me acurruco en el asiento trasero y duermo ¿Cuánto tiempo? Horas. La oscuridad alcanza a caer.

De pronto estoy despierto y no me reconozco. Estoy bien despierto, pero eso no me ayuda ¿Dónde estoy? ¿QUIEN soy? Soy algo que se despierta en un asiento trasero, algo que se revuelve, con pánico, como un gato en una bolsa ¿Quién?

Por fin viene mi vida de regreso. Mi nombre llega como un ángel. Fuera de los muros suena un toque de trompeta y los pasos salvadores llegan rápida, rápidamente descendiendo la demasiado larga escalera !Soy yo! !Soy yo!

Pero imposible olvidar la lucha de los quince segundos en el infierno del olvido, a pocos metros de la carretera por la que fluye el tráfico con luces encendidas.

Mi nombre 
Tomas Tranströmer

Estoy en la costa. Pasan unos pájaros que se posan sobre un árbol frondoso con las ramas cubiertas de enredaderas. El cielo es inmensamente azul, como el mar. No hay personas, los cestos de basura están vacíos, nada parece moverse. Es entonces cuando me doy cuenta, por un instante, que ahora es el tiempo presente, que pasan autos y no estoy anestesiado, que todo esto es hoy, y que soy yo el que está aquí, acaso escribiendo palabras, acaso invisible.

Esas certezas propias de Tomas Traströmer, poblando con metáforas mundos como poemas.

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