sábado, 28 de septiembre de 2013

El crepúsculo...

El crepúsculo...que misterio!
Ernesto Sábato

El misterio del crepúsculo ocurre a una hora determinada, ha sido así desde siempre, todas las cosas se apagan naturalmente, hace unos días estaba volviendo en auto por una ruta en medio del campo, y pude comprobar que cuando el último resplandor anaranjado se torna ceniciento, las luces de las estancias no iluminan circularmente, son como faros indicando un punto de referencia, alrededor todo declina sin preocupación, los caballos miran el suelo, los árboles parecen habitados por la vigilia, como dando aviso al horizonte para que disuelva la última de sus cortinas parduscas. Ciertamente nadie ha podido explicar ese minuto en el que el último hilo de luz del día da paso al anochecer más absoluto, es como si el tiempo bajara los párpados, dando paso a lo indeclinable de la naturaleza, al campo que ha pesar de sus alambradas y cercos, de sus animales pastando, de sus palenques quietos, conserva dentro de las casas un poco de lumbre, un silencio de troncos gastados por el paso de la jornada, un anciano que se encoge de hombros ante el débil asombro de la penumbra que avanza.
Es en ese momento que el mate pasa de mano en silencio, que es preciso encender una lámpara, cerrar las ventanas, escuchar a lo lejos los primeros grillos.

Siempre me cuestiono si alguna vez no estaré desde algún hogar contemplando aquel auto con el que ahora atravieso la noche.
Simplemento acelero y no pienso en la posibilidad de ese amanecer, ni en el candado puesto en la tranquera, ni en las luciérnagas danzando sobre el cieno.
Es mejor que así sea.

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