El crepúsculo...que misterio!
Ernesto
Sábato
El misterio del crepúsculo ocurre a una hora determinada, ha
sido así desde siempre, todas las cosas se apagan naturalmente, hace unos días
estaba volviendo en auto por una ruta en medio del campo, y pude comprobar que
cuando el último resplandor anaranjado se torna ceniciento, las luces de las
estancias no iluminan circularmente, son como faros indicando un punto de
referencia, alrededor todo declina sin preocupación, los caballos miran el
suelo, los árboles parecen habitados por la vigilia, como dando aviso al
horizonte para que disuelva la última de sus cortinas parduscas. Ciertamente
nadie ha podido explicar ese minuto en el que el último hilo de
luz del día da paso al anochecer más absoluto, es como si el tiempo bajara
los párpados, dando paso a lo indeclinable de la naturaleza, al campo que ha
pesar de sus alambradas y cercos, de sus animales pastando, de sus palenques
quietos, conserva dentro de las casas un poco de lumbre, un silencio
de troncos gastados por el paso de la jornada, un anciano que se encoge de
hombros ante el débil asombro de la penumbra que avanza.
Es en ese momento que el mate pasa de mano en silencio, que es
preciso encender una lámpara, cerrar las ventanas, escuchar a lo lejos los
primeros grillos.
Siempre me cuestiono si alguna vez no estaré desde algún hogar
contemplando aquel auto con el que ahora atravieso la noche.
Simplemento acelero y no pienso en la posibilidad de ese
amanecer, ni en el candado puesto en la tranquera, ni en las luciérnagas
danzando sobre el cieno.
Es mejor que así sea.
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