sábado, 16 de noviembre de 2013

Atravesamientos


Detrás de todo esto hay una cortina color ceniza, un televisor que creo estar mirando, la posibilidad de un discernimiento. Me quedo pensando en el hecho de “poder ver” lo que encierra una escritura, se necesita algo más que comprensión lectora y capacidad de esbozar una crítica objetiva (tuve por intención escribir “subjetiva”, bien sabemos que no es lo mismo) y así separar las malezas, desmalezando literatura, planos filosóficos, escuetas construcciones.
Hallar una hendidura, donde poder desbrozar la apariencia de un desasosiego, aquí donde la subjetividad ofrece hilaturas anudando conceptos invisibles ¡bien las hemos visto! destruyendo adjetivos que permitan trazar un relato sin algoritmos, un modo de fijar la realidad, un lugar con murmullos –“porque todo el mundo escucha voces” – esos segundos antes del alba, sabiendo que no estamos del todo solos en este mundo, es entonces que escribo sobre el amor sin mencionarlo, porque todo me ocupa, porque todo me lastima.

Ah! el jardín resplandeciente, las amapolas que se sostienen en la nostalgia, el último trago que nunca bebí, y estos resquebrajos, estos límites que no puedo, estas celdas que no, meras disquisiciones morales, un viento sin nombre, la posibilidad de una esperanza.

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