Voy a proponer, puerilmente, un ejercicio de escritura un
tanto hermética. Tiene relación con la creación literaria, sustancialmente poética, se trata de una esquirla, el mero impacto de una idea transformándose
en otra cosa, dice lo siguiente:
A sabiendas, por intrépidos momentos cultivamos el
discreto encanto de lo sesgado, acaso desarticulaciones que imaginariamente –se
disculpará el modo del adverbio– permiten la sutil construcción de un
artefacto.
Se trata, es probable, de inacabadas desavenencias
evidentemente irregulares, urdidas en mesetas cuya frondosa arborescencia nos
impide conjeturar los límites incandescentes del esquema explorado,
desavenencias nunca profanadas por la secreta intención de la melodía.
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