sábado, 30 de noviembre de 2013

La hermética construcción

Voy a proponer, puerilmente, un ejercicio de escritura un tanto hermética. Tiene relación con la creación literaria, sustancialmente poética, se trata de una esquirla, el mero impacto de una idea transformándose en otra cosa, dice lo siguiente:

A sabiendas, por intrépidos momentos cultivamos el discreto encanto de lo sesgado, acaso desarticulaciones que imaginariamente –se disculpará el modo del adverbio– permiten la sutil construcción de un artefacto.

Se trata, es probable, de inacabadas desavenencias evidentemente irregulares, urdidas en mesetas cuya frondosa arborescencia nos impide conjeturar los límites incandescentes del esquema explorado, desavenencias nunca profanadas por la secreta intención de la melodía.

Así, se extienden los ramajes, se multiplican las distorsiones (sí, Lamborghini) y creemos ver, en el epílogo no pronunciado de nuestra sinrazón, un sentido que de forma a lo naturalmente informe, aquello “arrojado” –horadar con fuego el fuego de nuestras crispaciones deletéreas– pronto acusamos unos puntos suspensivos, mientras volvemos atrás para corregir lo no pautado.

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