sábado, 9 de noviembre de 2013

Educación...

Hay un video donde es posible escuchar a George Carlin, gran pensador estadounidense de la contracultura, disertando efusivamente sobre la educación, han pasado varios años desde esa presentación, pero su discurso no pierde vigencia ni actualidad, hoy mismo su lectura de la realidad resulta altamente representativa para buena parte del mundo. En este caso menciona que ante la dificultad en el aprendizaje por parte del alumnado, los directores y maestros proponían precisamente bajar la dificultad, cuando la problemática pasaba por la falta de contenidos que habiliten el discernimiento crítico entre los alumnos. Bajar la dificultad implica disminuir la práctica lectora, implica nivelar hacia abajo para llegar a compartir un plano levemente inferior, implica empobrecer el coeficiente intelectual de un país.

Educación...he aquí la palabra.

Es de suponer que al poder político no le interesa una población que pueda pensar críticamente, y que por lo general ocupan su tiempo en hacerles entender, a cada uno de ellos, que forman parte de un círculo cuyos múltiples espacios integrados habilitan la idea de que para pertenecer no hace falta preocuparse, que todos en definitiva tienen el control, que todos son personas libres haciendo libres elecciones.
Es la imagen del control remoto de la televisión, el que lo posee cree que elige los canales que está mirando, pero al tomar decisiones no puede darse cuenta que las está pulsando dentro de un inmenso lugar enrejado...un plano que apenas comprende, que lo que en realidad tiene (tenemos) son dueños que le indican, en forma invisible, que es lo que puede ver, que es lo que puede comprar, que es en lo que puede creer. Titiriteros que montan la inmensa y cotidiana obra, subsumida bajo el enorme control de los medios de la información, que todo lo anestesian, que todo lo imponen.

Existen alternativas claro, algunas pululan clandestinamente en las redes sociales, en quienes difunden meros contenidos independientes cuyas articulaciones muestran otro tipo de realidad, pero he aquí que el poder establecido necesitan trabajadores obedientes, una idea de obediencia basada en la manipulacion de hacer creer que las personas piensan por sí mismas al evaluar o procesar las diferentes informaciones que bajan de los medios de comunicación, un círculo para lo cual se necesitan arquitectos que han logrado diseñar la idea de una felicidad aparente, donde no sea posible advertir la grieta, donde el secreto objetivo es anestesiar conciencias, dispersar voluntades, distraer mentes, mientras el verdadero problema prosigue su curso. Como diría Carlin: "nadie parece darse cuenta, a nadie parece importarle

La inclinada mesa de la desigualdad social...

Vaya preguntarse porque las personas comunes, que cumplen con su humilde jornada, terminan eligiendo políticamente a quienes desde la política burdamente los excluyen, y la respuesta podría encontrarse en la ausencia de compromiso para cambiar la realidad, porque involucrarse implica dejar de lado el control remoto, porque no involucrarse forma parte del extraño mecanismo. A los digitadores de poder les conviene la sutil idea del movimiento inerte, algo que en algún momento activó la simulación de movimiento, para después hacer creer, a los que menos tienen, que la rueda efectivamente gira para tranquilidad de las minorías, y lo que se mueve es el convencimiento de estar formando parte de una construcción que a todos otorgue beneficios, esto finalmente nunca llega, y la vida continúa con algún desencanto, una queja amarga murmurada por lo bajo, saber que mañana hay que volver a levantarse temprano, imaginar un mundo bajo otro sistema más benévolo, acaso una nueva esperanza.

Paralelamente, existen enigmas, y no sabemos quien controla todos los sistemas. Esa ignorancia tiene un candado en alguna parte, no sabemos quien o quienes lo diseñaron, pero si sabemos que nosotros no tenemos la llave.

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