No se ustedes, pero para mi, descubrir los
discos de la Velvet Underground a una edad tardía significó una amplitud del
escenario del rock, nuevas formas de comunicar una expresión estética,
absolutamente artística, donde confluía la psicodelia, el teatro, las expresiones
pictóricas ensambladas a las canciones, los contenidos audiovisuales, y esa voz
de Lou Reed, esa locura creativa, acaso salvaje, más tarde resignificada,
finalmente aplaudida.
De esas aguas bebieron muchas luminarias del
rock, recuerdo un video del tema "heroine" en vivo, en un teatro, los
músicos en trance, desgarrando la canción, llevando a la audiencia a un
territorio privado, atravesando malezas de lo que acaso creemos comprender.
Un músico en definitiva, un creador.
Leer este texto de su mujer, la igualmente
soberbia artista Laurie Anderson, da un poco de ánimo, se trata de un hermoso
modo de partir. Fue publicado en el periódico East Hampton Star de Springs,
localidad en las afueras de Nueva York. Lo tituló “despedida”...
A nuestros vecinos:
¡Qué hermoso otoño! Todo es resplandeciente
y dorado, y hay una luz increíble y suave. El agua nos rodea.
Lou y yo pasamos mucho tiempo en este lugar
en los últimos años y, aunque somos gente de ciudad, éste es nuestro hogar
espiritual.
La semana pasada le prometí que lo iba a
sacar del hospital y que vendríamos a casa, en Springs. Y así lo hicimos.
Lou era maestro de tai chi y pasó sus
últimos días aquí, feliz, deslumbrado por la hermosura y la fuerza y la
suavidad de la naturaleza. Murió en la mañana del domingo, mirando los árboles,
haciendo la famosa forma 21 del tai chi, sólo sus manos de músico moviéndose en
el aire.
Lou fue un príncipe y un guerrero; sé que,
al escuchar sus canciones sobre el dolor y la belleza en el mundo, muchas
personas se sentirán plenas de esa increíble alegría que sintió por la vida.
Que esa belleza nos llegue, y nos atraviese siempre.
Laurie Anderson
Su amante
esposa y amiga eterna.
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