sábado, 29 de marzo de 2014

amaramara...

Un adelanto del último libro de Juan Gelman...
La imagen corresponde a su último deseo, sus cenizas arrojadas desde un puente, rodeado de una profunda naturaleza, y del amor de su familia.

Cenizas de un poeta que parecen querer abrazar el aire mientras se marcha volando...

Debajo
Crujen las cartas que nunca te escribí.
Matan al perro
en mi memoria siempre.
¿Quién le da de comer? Una
Anticipación de la mañana
Talla tu rostro en mí. Respirás
a mi lado. En los agujeros
de lo que toca vivir hay
la marea del tiempo, lleva
dolores a su basura inútil. El sudor
del pasado golpea
su páramo roto, la
vida continua, los
pensamientos con plomo debajo

amortecer
El uso del querer enfría
la salvación del rubor. Números
cuentan que parentelas duras
anuncian muerte y se pierden
en verdores de la cama caliente.
Tesoros invisibles caen
de las desgracias del amor crecido.
Brotan en la unidad de su pasión
y anuncian campos de donde vela
lo que agoniza para dar
su rosa otra que no muere.
Los bloques de la noche recorren
Lo que siempre recorren y
el mundo es errancia del mundo
en el ser como paja liviana
que el instante devora.

Baile
De la cintura bajan
Arrabales de adentro
como impaciencias del amor.
¿Qué es esa moneda
que tu bailar acuña?
En la colina del deseo
sobra el sol.
Seguridad es tu hermosura,
bella que el tiempo apagás
en laberintos de Eros donde
es triste el que no sabe.

Amarte es preciso, vivir no.

lunes, 24 de marzo de 2014

Poetas Detenidos Desaparecidos

Yo no quise salvarme sino del egoísmo.
Quise hacer con mis manos una comunidad
de vida y esperanza. Quise amar y luchar.
Ahora y por siempre.
El amor es mi descanso. La lucha, mi salvación.
La muerte no es la tumba, ni el mar.”

Del Libro ”Últimos Poemas”, Daniel Omar Favero, poeta detenido-desaparecido en 1977, cerca de cumplir sus 20 años...

Poetas Detenidos Desaparecidos, poetas que le pusieron el cuerpo a las ideas, que fijaron la memoria con sus versos, destinados como estaban a la belleza, destinos que la fatalidad arrancó.
Fueron demasiado jóvenes...

Comparto este excelente sitio donde recupera voces de poetas ausentes:
http://danielbarroso.com.ar/poetas.htm

sábado, 22 de marzo de 2014

Lo que no

Había ocurrido.
Las bombitas de agua colgadas en el patio, como tulipas blancas bajo el sol, el techo cubierto de glicinas, los marcos de la ventana recién pintados, el crepúsculo iridiscente, las gárgolas con forma de pájaros, el silencio habitado de una memoria en el estanque de agua quieta, los juguetes en el jardín...

He aquí la hora de la vejez, donde solo hay un espejo que sostengo con mis manos.

sábado, 15 de marzo de 2014

Interrupción...

El sol se posa tibio sobre los jardines cuidados. Algunos loros se desprenden de los árboles de aceitunas. Comulgan en un trino, bajo una espesura sin sombra, acaso breves circunstancias del día despoblado. El viento urde la posibilidad de un devenir, como si arrojara pájaros mientras se aleja entre zambullidas, entonces llega mi hijo diciéndome que las brujas hacen una sopa de murciélagos, y que luego le agregan en las ollas gusanos con olor a pescado, agua de sapo y lagartijas, y después algunas calabazas con azúcar de veneno y abejas que pican, lo dice convencido, y no tengo más remedio que creerle.

Y entonces ya no quedan loros en el jardín, y no recuerdo a que se debía que “el viento urde la posibilidad de un devenir, como si arrojara pájaros mientras se aleja entre zambullidas” o algo así.

sábado, 8 de marzo de 2014

El único zapato...

Días calurosos filtran su ventisca entre las cañas colgadas, irrumpe el verano que viene desde el fondo de algún abrevadero, me rodean lilas inclinadas entre los canteros, el escozor de una música donde arden y callan las extraviadas posibilidades de los desiertos. Me pierdo en los pliegues de mi propia sombra, un brazo estéril en las elevadas dunas, la serpiente que se desliza, obliterando espejismos, allí junto a los zapatos llenos de arena, donde soy otro (en realidad un único zapato, vaya a saberse porqué allí, donde la nada se traza con cierto vértigo).

Es esta la disyuntiva (o tal vez la discordancia), si eso que contemplo que soy, no es más que una expresión subjetiva de una mera circunstancia confusa. Aquel que va, como si no estuviera, mientras vive su tiempo con un aire encantado y ausente, en un no-lugar poblado de soledades concurridas, acaso una abyecta disociación colectiva, un mero desencuentro.

Ahora entra un aire tibio en la ventana, cierta brisa de naranjos y limones, es el momento de la tarde en que las moscas son reemplazadas por los mosquitos, como si el sol no fuera más que un iridiscente cuenco de bronce apagándose entre los malvones, acaso un ínfimo rayo perdido en los horizontales mosaicos con sus veteados eléctricos, las cerdas relucientes del palo amarillo, la bruma visible, el patio sin barrer.

Entonces pienso en algunos poemas, y ya es hora de olvidar lo que nunca prometí.

sábado, 1 de marzo de 2014

Entrando al bosque

Algunos cardos soportan el sol del mediodía, graznan los loros y un motor horizontal teje un mecánico ruido que se pierde entre los montes. Miro hacia atrás, donde unos pájaros hicieron un cuenco con pastizales y ramas, sobre un árbol cubierto de piñas resecas. Me inquieta esa inclinación hacia la calle, ese vértigo de no darse cuenta, acaso el viento que puede filtrar su murmuro entre las cañas atadas con cuerdas y alambre. La posibilidad concreta de una lluvia.

A la tarde, al caer el sol, entré al bosque, y encontré algo.