Sostener la pulsión, una línea finita, hasta
extenderla en un murmuro que no es, una prolongación de la agonía, la sincronía
horizontal de las alternancias, el mismo tronco, la misma tesitura. Después
vienen las combinaciones, códigos cifrados, como los tambores en épocas
pretéritas, las campanas que ya no suenan en las iglesias.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario