Como decía Borges, el barroco es el estilo que exhibe y dilapida sus medios, todo era barroquismo en la adolescencia, el problema es cuando el pretexto perdura, y lo convertimos en un anagrama o en un preámbulo. Hay en esto como una melancólica exuberancia que vuelca numerosas inconexiones previamente concebidas como junturas, que moldean el contexto, para desde allí transitar renovadas trivialidades.
Prefiero el cantero gris a mitad de un
pasillo, a ese jardín conceptual del cual huyen las alegorías en el estricto
sentido de la sintaxis, haciendo de la fuga en verso libre un derrotero marcado
por la autocompasión y la nostalgia, ese velo horizontal pintado de colores
suaves, con algunos nubarrones negros, acaso un ejercicio lírico, conceptualmente
minimalista, el bosquejo de los pasos reiterados que las palomas trazan en el
patio del atardecer.
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