Me reitero en las selváticas teorías de la
creación literaria ¿Cómo pretender dilucidar esta apariencia?. Me evado
simplemente, allá las razones que ponen en movimiento este sitio de encuentro
con la palabra, puede haber tanta inutilidad como descubrimiento y eso, que a
la vez me asola, me permite encender una vez más esta computadora y compartir
nocturnamente estos embelecos.
Probablemente se intenta dilucidar, en este acto, la antelación de lo no pensado del pensamiento, al momento en que surge lo que surge (me urgen las lecturas de Deleuze para extraviarme en estas apreciaciones, a veces mis acercamientos al pensador francés simplemente sobrevuelan un halo de comprensión que lentamente desaparece).
Poiesis, creación, videntes que han proferido lo que hubo de ocurrir (acaso Daniel, el profeta del antiguo testamento, haya sido su máximo exponente)
Detrás de todo esto hay como un
desmembramiento de la apariencia, simuladores según Platón, ladrones de fuego tal
cual lo escupió Rimbaud.
¿Cómo establecer variables y constantes en el proceso de creación mediante escrituras?
¿Será posible utilizar algoritmos que
expliquen las fluctuaciones del poema?
¿Y aquello que se construye, no delimita en
cierto modo una estructura que impide realmente comprender su sistema de
pensamiento, su vertebrada arquitectura?
¿Se piensa realmente en todo esto?
Necesidad de esgrimir lo que se tiene por disperso, imposibilidad de ovillar una abstracción, el mínimo consuelo de hollar una periferia.
Hasta que podamos lograrlo, nos encontraremos ocupados en otra cosa, aun sabiendo que estaremos posados en otro horizonte, lejos de lo que es el poema, de lo que ha sido el poema.
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