sábado, 16 de octubre de 2010

El problema del tiempo...

El problema es el acercamiento desde los pequeños raptos de posibilidades disponibles, se podría decir entonces, reduciendo la idea que se pretende abordar, que el problema es el tiempo. No sé si corresponde ofrecer un espacio donde urdir un contexto poético que vanamente intento desbrozar. Las ideas necesitan de entramados de tiempos y espacios para permitirse la aproximación a un concepto, a su plena significación, en el cual se pueda advertir el plano subjetivo del poeta en tanto pensamiento, en tanto abordaje crítico y denso, subsumido en capas difusas donde nada lo aparente, incrustado de la cotidianidad que todo homologa y adoctrina.

Frecuentar un espacio implica a la vez un compromiso, sin embargo, no recuerdo haber escrito un texto para este blog que me haya llevado más de un día de elucubraciones y disyuntivas, la gran mayoría de las aproximaciones no sobrepasaron los 10 minutos, y considerando la evaluación consciente en tanto aporte, creo que ese es realmente el problema.

Digamos que tenemos una vida, hacemos el desayuno, salimos con cierta urgencia al trabajo, nos encontramos con eventualidades que sortear y después llega un momento en que la mayoría de las cosas se apagan (recuerdo en la comedia del Dante, aquella parte del día en que las moscas dejan paso a los mosquitos), hay distracción y un control remoto que desde la televisión nos controla, recogemos los platos de la mesa, los lavamos en silencio y entonces algo ocurre, una necesidad tal vez, una brisa que en apariencia nos preocupa, como una presencia incierta, cubierta con una hilatura de sombra que se parece a una idea.

Dejamos lo que había que hacer (que ya se hizo) y vamos a la habitación con nuestra penumbra a cuestas, encendemos la computadora y entonces escribimos.

Estas cosas que no podremos explicar.

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