sábado, 2 de octubre de 2010

Lo transversal del poema

Me resguardo en la palabra.

Acabo de guarecerme de la noche después de todo un día ser otro. Igual esas reminiscencias hablan de mí, me dejan a una distancia comprensible de la felicidad, orilla peculiar si las hay.

Establezco una línea discursiva desde una interrupción irregular, como un promontorio donde ejecuto la palabra, ansiando representar un derrotero llano.

En poesía esto sería algo así como intentar una fluctuación en una determinada curvatura sin dejar de lado la horizontalidad de la prosa.

Puede no resultar, después de todo, no deja de ser un recurso técnico.

Creo también que se trata de escrituras escindidas desde diferentes planos, en algún punto interrelacionadas, ya que convergen entre lo desarreglado y lo establecido conceptualmente. En sí mismo atañe, dentro de su significación, una transversalidad y un punto de encuentro, aun cuando sus versos establezcan una fuga hacia una nada perpetua.

El poema nunca concluye, y sin embargo su crepúsculo ya está escrito.

Entonces llega la noche para resguardarnos de la palabra, y nos cubrimos sin consuelo, bajo el paraguas de la otredad.


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