Me resguardo en la palabra.
Acabo de guarecerme de la noche después de
todo un día ser otro. Igual esas reminiscencias hablan de mí, me dejan a una
distancia comprensible de la felicidad, orilla peculiar si las hay.
Establezco una línea discursiva desde una
interrupción irregular, como un promontorio donde ejecuto la palabra, ansiando
representar un derrotero llano.
En poesía esto sería algo así como intentar
una fluctuación en una determinada curvatura sin dejar de lado la horizontalidad
de la prosa.
Puede no resultar, después de todo, no deja de
ser un recurso técnico.
Creo también que se trata de escrituras escindidas desde diferentes planos, en algún punto interrelacionadas, ya que convergen entre lo desarreglado y lo establecido conceptualmente. En sí mismo atañe, dentro de su significación, una transversalidad y un punto de encuentro, aun cuando sus versos establezcan una fuga hacia una nada perpetua.
El poema nunca concluye, y sin embargo su crepúsculo ya está escrito.
Entonces llega la noche para resguardarnos de
la palabra, y nos cubrimos sin consuelo, bajo el paraguas de la otredad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario