miércoles, 29 de septiembre de 2010

El plano candente


¿Cuál es nuestro tiempo?
No percibo un antes y un después, sino más bien la superposición de un devenir, donde habitan silencios observados desde un sobrevuelo. En filosofía se diría una coexistencia de planos. Pienso en la intemporalidad del relámpago fijado en un soporte. Algunas disquisiciones vanas, círculos dentro del círculo.

Las antiguas capas se abren paso entre la espesura de lo que irrumpe. Se establecen similitudes propias de quienes abordaron lo inasible. Los sistemas de pensamiento alcanzan cimas o mesetas donde soslayar la mácula áurea, fuente donde se abrevan algunos poetas, sin que el inconsciente acto suponga una sucesión en este entramado de la palabra, cuya idea se concatena.
La correspondencia que se establece entre lo inmolado y lo aparente es transversal a toda luminosa arquitectura que genera en su osamenta fulgores dispares. De estas aguas algunos beben y otros danzan.

Lejos, en el horizonte de lo que apenas se comprende, se diagraman los resplandecientes vórtices, en el plano candente.

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