En este mismo momento, mientras escribo en el blog, un taxi recorre las nocturnas calles de New York, tiene los vidrios empañados, el chofer parece dormido.
En estos momentos, una hilandera en Calcuta va tejiendo, mientras el sol se filtra efímero entre las cestas de tomates y los charcos de agua negruzca.
En este mismo momento, en Barcelona, unos chinos empiezan a coser en silencio, en un rincón se siente olor a café.
En Medellín, a estas horas, un linyera canta incomprensiblemente un tango.
Bailan niñas en una favela de Río, la madre de una de ellas no sabe que cocinará hoy, mira el plato de hojalata que un perro acaba de lamer.
En este mismo momento, un anciano panameño conduce un micro lleno de turistas por el barrio donde nació Mano de Piedra, los turistas miran el barrio con temor, el chofer piensa que su vida no es tan simple como parece.
El mozo del bar la Margarita sirve en este mismo momento un mojito de esos que bebió Hemingway, pasa un auto viejo cuyo resplandor ilumina el rostro del Che.
En este momento, en Chad, bajo el puente del río Bragoto, un niño descalzo lleva en sus hombros una tinaja con agua.
Un elefante se pudre en el delta del okavango, las moscas revolotean sobre los invisibles colmillos, el silencio parece amarillo.
En este mismo momento, las puertas del museo de Reykiavik, en Islandia, se cierran una vez más, hasta el otro día. Afuera la blancura es insoportable.
Bajo el alero de una pagoda de un monasterio budista en Myanmar, en este momento un niño birmano recibe monedas europeas bajo un sol impiadoso.
En la Catedral de San Basilio, plena Rusia, un anciano enfoca el lente hacia las cúpulas, mientras una paloma blanca lo distrae. Alrededor hay turistas sin nombre ni pasado.
En este mismo momento, a dos cuadras de la Biblioteca de Irak, un hombre sin alas recoge de una bolsa pedazos de papel de un libro mutilado.
En este mismo momento, en el medio de toda China, un anciano circunspecto mira detenido las flores de un ciruelo. Parece escudriñar el tiempo, en todo el cielo no hay un solo pájaro.
Rodeado de las altas estepas del desierto de Gobi, un hombre de cara angulosa prepara un te de menta. Por su aspecto, parece que guardó un prolongado silencio. Enciende lentamente un fuego.
En este momento, en la Coruña, un niño arroja una piedra a un silo sin maíz.
En este mismo momento, algunos hombres se sumergen en las cálidas aguas de Playa Blanca, buscan corales para vender, las palmeras parecen tocar la arena, el sol todo lo entibia.
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