sábado, 2 de junio de 2012

Debería estar leyendo...


Debería estar leyendo, pero ocupo un tiempo pensando de que materia está imbricada toda creación, si aquello en lo cual discurro tiene algún tipo de correlato con lo que pienso de la literatura, si el tono corresponde con la forma, con la narrativa cotidiana soslayada en perpetuos palimpsestos, socavando ulteriores construcciones que parecieran dirimir un estado de plenitud, ejecutando músicas extrañas, convocando viejos fantasmas, buscando la palabra o la quintaesencia de los sentidos, explorando desde la quietud y cierta perplejidad, cierto trato solemne con lo creado.

A veces creo que mutilar escrituras es inevitable, en el medio de todo ese vértigo corrijo, anulo voces, silencios, bloques de escrituras automáticas, luego bosquejo alguna fuga, a veces hacia atrás, a veces proyectando lo no ocurrido, como esas memorias que se construyen alterando los tiempos verbales, es entonces que pienso que todo blog es un espacio de encuentro, donde los libros referidos puedan alcanzar una utilidad social, una estética correspondida, articulada con múltiples espacios arborescentes.

A veces pienso en mi poesía, y no logro entender del todo si lo creado se corresponde con el plano que mi subconsciente instauró desde un principio, aquello que hago sin demasiado esperar, que tal vez represente una arquitectura, el divisar de un pequeño destello, encontrando un atisbo, o tal vez una anomalía, con la cual reparar el complejo ejercicio, habitando una idea, un fulgor, o algo que simplemente ocurre, y creo que es entonces la mejor parte del asunto, el vaso de vino en la mano mientras miro un pedazo de cielo nocturno, al fondo de mi casa, donde por razones cosmológicas que apenas entiendo, siempre aparece,  en alguna parte del patio, la luna de mi infancia.

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