sábado, 31 de mayo de 2014

Niebla

Uno se va forjando con las lecturas, invariablemente asociamos adscripciones, según los matices que se presentan en la periferia de un plano frecuentado en horas solitarias. Aquello que ocurre, bajo figuraciones abstractas, donde acaso somos las correspondencias dentro de las variables, ideas intercaladas en los párrafos, sintiéndonos parte de la trama.

Por eso, cada vez que hay mucha niebla, como en estos días húmedos, pienso en lo que escribió José Saramago en el Evangelio según Jesucristo, imaginando en que parte del camino Dios y el Diablo discuten sobre teología sentados en una barca, seguramente sin ponerse de acuerdo, en este tiempo que parece suspendido, por reglas que antiguas deidades inventaron –aquella piara de razones precipitándose al mar– cuando todo lo nuevo estaba por ocurrir.

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