miércoles, 12 de agosto de 2009

La poesía heroica

Acabo de encontrar una vieja edición del libro “La épica medieval” de José María Valverde Pacheco y Martín de Riquer. Este volumen fue encontrado en la calle, sin tapas, pero con todos sus capítulos. En la página 221 comienza una detallada descripción que trata sobre la épica medieval, la poesía heroica en la Edad Media, las epopeyas germánicas, los cantares de gesta y el arte oral, el recitado juglaresco…

Abarcar estas lecturas requieren tiempo, pienso sumergirme unos días en este libro, a bucear los entramados de indelebles manuscritos recuperados por antiguos amanuenses, aquellos objetos que los juglares de la época recitaban utilizando la memoria y a veces improvisando, agregando o suprimiendo estrofas según las características del auditorio o las intenciones del recitador. 

Aquellas obras que sucesivos bibliotecarios catalogaron como “anónimas”,  como el cantar del Mío Cid, la Chanson de Roland, la gesta anglosajona de Beowulf,  el cantar de los Nibelungos o las sagas nórdicas, representaron a su tiempo un saber colectivo, una significación vinculada a la identidad y a los recuerdos de un grupo humano particular, confiriéndole una subjetividad que a su vez pertenecía a la esfera pública, enriqueciendo con nuevos contenidos cada párrafo que se iba leyendo, a la vez que documentando cada experiencia que se iba agregando. Aquello ha sobrevivido, desde las tabletas de arcilla hasta los actuales registros electrónicos.

Cuando nos encontramos con estos textos es como si desbrozáramos malezas intentando hallar en ellas una significación, la desnudez de un contexto, aquello que los siglos fueron moldeando, susurrando, callando…

Voy a disfrutar de esta lectura.

Por cierto, la foto de esta entrada se titula “Eritrea” y pertenece a Luis Sánchez Davilla.


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