viernes, 14 de agosto de 2009

Lo que se publica y lo que no

El uso de la palabra trae consigo una connotación que escapa al poeta, esto no tiene porqué analizarlo, de esa parte se harán cargo los lectores y los críticos. Las palabras traen significaciones que, profundizadas en el poema, escapan a los designios de la realidad.

No existen decisiones literarias en el momento de escribir, cuando el poema surge no hay premeditación ni análisis objetivo de lo que se pretende decir, de lo que se pretende alcanzar.

Algunos pintores han desgarrado la tela, ensimismados (Sábato)

Algunos poetas han afiebrado trances de escritura automática (Pizarnik).

Pulsos que marcan el papel, signos que conjuran un entendimiento.Hay quienes afirman que las expresiones primarias no deben ser publicadas, por algún motivo las piezas se exhiben y los poemas quedan expuestos, lo que revelan, o tratan de revelar, encaja en algún destino, y pierde su memoria.

Creo que fue Mario Benedetti quien dijo que una vez escrito el poema debía guardarlo en un cajón para dejarlo descansar, y que después de un tiempo estaba en condiciones de retomarlo y corregirlo, que ahí empezaba el trabajo literario.

Se decía que Juan Gelman caminaba como transportado cuando se encontraba a solas con “la señora” que lo visitaba….

Creo que la verdadera literatura genera una fisura en el tiempo, el vértigo de lo creado abre un portal, por donde fugan los candentes versos, alejados del ornamento y de la forma, lo que resulte será una causa no correspondida con el efecto, solo serán palabras con su aparente unidad resquebrajada en alguna entelequia no correspondida.

7 comentarios:

  1. ¡a abrir el cajón, amigo! un deseo nomás...

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  2. Pienso que es verdad que el instante creativo se da en el poeta como una explosión independiente de el mismo.
    Probablemente no haya allí lugar para consideraciones subjetivas ni objetivas. Surge el poema y punto.
    Y el poema que ha surgido, esta. Existe. En el cajón o en el libro.
    Y entonces ya es un ente absolutamente independiente del poeta.
    Y aquí viene la pregunta: ¿De quien es el poema? ¿Quién es el propietario del poema?
    Se me ocurre que el lector. Cada persona que lo lea lo recreara. Será un poema nuevo en la mente y el espíritu de cada nuevo lector.
    Se publique o no el poema, habrá siempre un lector.
    Alguien abrirá algún día, quizás siglos después, el cajón y encontrara el poema y lo leerá y lo hará suyo. Y el poema será tan nuevo como lo fue el día de la explosión creativa.
    ¡Si…! La pregunta es: ¿De quien es el poema?
    Rafael Bardas

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  3. Muy buena pregunta Rafael, muy buena pregunta...
    Creo que el poema deja de pertenecerle al poeta una vez creado, una vez perpetuado en un papel o en el archivo de una computadora, el poeta guarda en un cajón tiestos de una subjetividad arrancada y entonces el lector, tiempo después, hará suyo ese hilo y tal vez lo transforme en un ovillo, tal vez lo devane desde su propia forma de concebir la belleza, lo que ocurra estéticamente con la percepción simbólica de ese lector es siempre un eterno misterio, como la poesía que el poeta ha creado.
    Mientras tanto ese poeta estará posado en otro horizonte.
    Recomiendo especialmente la "carta del vidente" que Arthur Rimbaud escribió a Paul Demény el 15 de mayo de 1871, a la edad de 17 años, la misma época en que le enviará a Verlaine su poema “El barco ebrio”...resulta revelador ese texto (prometo abordarlo en una próxima entrada) y por cierto te agradezco Rafael este ejercicio crítico en torno a este verdadero enigma.
    Un abrazo fraternal.

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  4. Interesante planteamiento Espantajo, en el que se cuelan las variables de la ecuación creativa con cierta exactitud que probablemente haya brotado natural, sin tanta premeditación, pero muy exacta, diría yo.
    Amablemente disiento de que "la verdadera literatura" acontezca en el vertiginoso parto de las palabras; personalmente sostengo que hay auténtica literatura en todo el proceso, que has enunciado estratégicamente en dos afirmaciones: "el poema ocurrió" (bellísimo eso, amigo) y el "trabajo literario" del que hablaba Beneddeti. Ciertamente el suceso del poema, su alumbramiento, es el punto nodal. Pero aun la pulitura no deja de ameritar cierto estado de entrega sensitiva que trasciende lo meramente intelectual, sopena de falsear y empobrecer al "neonato". O al menos eso creo -dionisíaca e implacablemente sensorial-, yo, que no le doy mucha credibilidad a la rigidez de las normas y menos aún en el Arte.
    Bueno, no pierdo de vista tampoco que acaso solo cotejamos nuestras subjetividades; la abstracción y la creación no dejan de ser actos muy personales.
    De quién es el poema? bueno preguntarse. Para mí la obra es como un hijo; no es de nadie o es apenas de sí mismo. El seguirá su rumbo y hará lo suyo; algunos querrán poseerlo, así como a veces los humanos queremos hacer nuestros a otros seres, pero la esencia de las cosas es ingobernable. El lector posee una obra sólo desde su propia percepción, su sincronía con lo que aborda. Pero ésta no cambia por eso, ni es ella quien se adapta. ¿Será en todo caso el lector quien es más bien poseído por el poema?

    ¿Abordarás a Rimbaud? bueno, pasaré entonces.

    Un abrazo.
    Chandra.

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  5. Creo que a nuestro modo, nos encaminamos a un vórtice de aquello conjeturado colectivamente, por mi parte acepto la disyuntiva planteada, digo que lo que irrumpe bajo la idea de "verdad" es un aullido que en el proceso creativo experimentará múltiples voces. En esta abstracción ciertamente el poema ocurre, luego avizora otros horizontes y probablemente lo que conocemos como literatura adquiere otra quietud, algo así como un punto de fijeza.
    Que paradoja que desde la soledad se forje inconscientemente una "apropiación" por parte del lector, ese pasaje, no descifrado por la retórica, me deja pensando.
    Un gusto "hablar" con usted amiga.
    Saludos.

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  6. Mi estimado amigo, en este gusto de tertulias compartidas te dejo como un referente interesante el prólogo de Jung al "I Ching, El Libro de las Mutaciones", en donde expone una visión sobre la sincronicidad (digamos, a grosso modo, que en ella expone acerca de la conexión tan personal, o apropiación, que se hace de un "suceso"). Lejos de pretender una estadística sobre ciertos procesos humanos, hay corrientes formales de pensamiento que vienen a nutrir los a veces tan abstractos campos de la interioridad y riqueza individual, como en la lectura que te refiero.
    Bien, espero no estar dando lata, Espantajo! jajaja a veces me pongo conversadora.
    Salut!

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  7. Que bueno!!
    Esta es una de las cosas que más valoro en los blogs, cuando a consecuencia de un intercambio se proponen lecturas para ampliar una mirada de las cosas, espero conseguir ese libro y eventualmente reflexionar sobre el tópico planteado.
    Abrazo y sinceras gracias...

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