Alejandro Jodorowsky, en su libro “La danza de la realidad”, escribió la siguiente definición acerca de la poesía:
Excremento luminoso de un sapo que se ha tragado una luciérnaga…
Leí al azar este intento de materializar lo abstracto por parte del autor, la definición me recuerda un capítulo de Hamlet, cuando el príncipe de Dinamarca le dice a su tío Claudio, el rey asesino casado con su madre Gertrudis:
Un hombre puede pescar con el gusano que ha comido de un rey, y comerse luego el pez que se nutrió con aquel gusano
a lo que el Rey, luego de preguntarle que quería decir con esas palabras, Hamlet contestó:
Nada, sino mostraros cómo un rey puede hacer un viaje de gala por las tripas de un mendigo.
La definición de Jodorowsky me inquieta. Podemos discutir si algún adjetivo está de más o no, pero pareciera vislumbrar algo. Luego ofrece otras materializaciones, tanto más sugestivas, tanto más enigmáticas:
La alegría: río lleno de hipopótamos abriendo sus hocicos azules para ofrecer diamantes que han extraído del barro.
La confianza: danza sin paraguas bajo una lluvia de puñales.
El odio: cuerno de la abundancia dentro de un cofre del que hemos perdido la llave.
El amor: camino donde las huellas en lugar de seguirnos nos preceden.
Muchas de las inquietudes literarias del autor parecen atravesadas por diferentes disciplinas, en este cruce de caminos se entreve acercamientos hacia el psicochamanismo, la psicomagia y demás experiencias teatrales con las cuales ha puesto el cuerpo a las ideas (a juzgar por las fotos del libro, hasta límites extremos).
Para quienes gusten de esos temas, es probable que con el libro de este autor tengan un buen punto de partida.
Yo no puedo decir que lo haya leído.
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