jueves, 6 de enero de 2011

Sobre la poesía mientras ocurren otras cosas


Desengañemos esto, ocasionales escrituras no pueden urdir las postrimerías de una arquitectura, no tengo registro de la evidencia poética, apenas lo vislumbro, lo demás es callar (callando se han desarreglado las cosas mientras se construían a sí mismas), a su debido momento, me pararé en un puente a contemplar el desasosiego, lo demás será el recuerdo de un tiempo pasado, como barco de papel en un estanque de lo creado.

Hay quienes escriben y que ven, hay quienes apenas comprenden el vuelo raso de una parábola. Hay quienes se dejan adoctrinar por nuevas imposturas, y hay, según dijo Oliverio Girondo, quienes nos echan cuando tenemos frío y sed.

Horadar una periferia, tal vez de eso se trate. Los poemas que esperan nacer, que ya fueron esbozados, diagramados, imaginados, destruidos, miles de poemas que duermen en cajones (o que dormitan que no es lo mismo), miles de poemas de aquella obra que prometimos a nuestros semejantes y jamás cumplimos, miles de espacios frecuentados y de espejos reventados, miles de palabras que se encadenaron a sí mismas hasta volverse silencio. Miles de elucubraciones y de construcciones clamando por ser asociadas, vinculadas, criticadas, comulgadas…

En estas desavenencias, de vez en cuando, los poetas cruzan planos sin ser vistos.

Hasta un día siguiente, donde una niebla cubre el anaranjado río de la infancia. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario