viernes, 17 de febrero de 2012

Afecto o precepto


Vaya un intento de abstracción crítica producto de un intercambio epistolar. Tiene que ver con las razones del poema. Tiene que ver con lo que hago.

Ya lo decía Rodolfo Alonso “la poesía me ocurre” vaya a saberse, si en ese tránsito, lo conceptual no es un plano que de algún modo contiene lo afectivo, articulando con la razón los embates del corazón, surgiendo desde la desmesura y lo candente del devenir.
Es cierto que si la cuerda del sentimiento no vibra el poema carece de sustento y de sentido, pero a veces siento que los conceptos elaborados que desarrollan los filósofos disparan flechas hacia los corazones de los poetas, quienes hacen un trato con la belleza para significar aquella cuadratura, “dar forma a lo que tiene forma” decía Rimbaud. Se escribe, en ese caso, desde lo afectivo, pero el plano es conceptual.

Fuera de los conceptos, cuando el poeta está a solas con su alma, lo que surge nace de algo que no tiene explicación, y que a veces la posteridad convierte en otra cosa. Podríamos decir que nace del corazón, que tiene razones que el cerebro no comprende, pero que de alguna manera el intelecto lo va vertebrando para alcanzar una forma, y sin embargo esa lógica queda afuera de toda consideración, es como si se tratara de un ente invisible, “algo” que justifica los componentes de un sistema. Algo que es, y cuya materia se desconoce.

¿Por qué surge un poema?
Es como el texto de la verdad (recientemente ungido), uno cree encontrarla cuando lo que hay son encrucijadas, el poema surge pero no sabemos que había antes del poema (Deleuze diría “lo no pensado del pensamiento”), tal vez percepciones de un extrañamiento al cual debemos darle un sentido, buscando en el entramado de la mente que las palabras representen esa revelación. El poeta es un vidente decía Rimbaud, porque “ve” desde el desarreglo de los sentidos aquello que el intelecto apenas puede controlar, y sin embargo hay un entendimiento de lo que está ocurriendo, de lo contrario no habría poema escrito. No habría vertebración.
Pero entonces si lo que surge no surge del intelecto y éste solo es cancerbero de lo inevitable ¿dónde nace el poema?

Hace un tiempo escribí “y entonces nace, lo que ocurre
Me parece lícito e inevitable creer o suponer que siempre va a ver algo detrás de aquello que nace, como la idea de Dios, necesariamente haya que buscarlo sin saber dónde, la idea, no la creencia ni la sacralización, aquello que tal vez podamos encontrar en la orilla de un mar, en un sueño profundo, o en los ojos de un sapo.

Aquello que también ocurre sin demasiada lógica, desde hace milenios, en los indeterminados recónditos de la naturaleza humana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario