Según Deleuze, el
arte tiene la propiedad de conservar. Tiene sentido. La extraña sonrisa de la
Gioconda siempre estará allí cada vez que alguien necesite escrutarla a pocos
metros de distancia, si queremos recrear el prolongado silencio de Virgilio en
la Comedia bastará con que abramos el libro en las primeras páginas y allí
aparecerá, detenido enfrente del Dante.
No sé si lo entendí.
Si lo creado es solo un conjunto de afectos y de perceptos, pareciera que el
creador no tuviera entendimiento sustancial de lo creado, como si la obra
concebida fueran raptos propios de escrituras automáticas, imposibles de anudar
desde la lógica, algo que invariablemente va ocurriendo, y cuyo sentido excede
al poeta. Sin embargo quienes así construyen sus ecuaciones suelen ser
considerados “atletas” con los pies descalzos, “genios híbridos” que nada saben
del entramado, entonces cabría preguntar, si allí donde surge lo ígneo, el
poeta puede ser consciente de la consecuencia de lo creado, el “hacia dónde”
del poema, como un plano fluctuando en dos direcciones imposibles de revelar
con la palabra. La escritura de lo creado, y el entendimiento de lo sucedido.
Hubo poetas que
discernieron sobre el alcance de la poesía, sobre el sentido de sus propias
construcciones, podemos citar a Baudelaire o Paul Valery, pero cada tanto suelo
preguntarme si el poeta ejerce un control o dominio de los planos paralelos,
discerniendo desde una meseta lo endógeno del acto creativo y las fluctuaciones
del poema creado, disparado cual cometa al extraño mundo de la dilucidación.
Crear y
conceptualizar.
Construir y
discernir el horizonte de lo construido.
Como una evidencia
de la que se tiene precario conocimiento, mientras lo extraño e ineludible
acaba de ser perpetuado. La palabra ataviada a la palabra, el verso candente,
el punto final del poema urdido.
El poeta está viendo
el poema.
Esta parado en un
promontorio, y no sabe y no le importa, si la hierba en la cual se posó la
poesía es verde o amarilla, si desde allí recorrió algo que ya había visto, y
si después de la distancia recorrida, no le preocupó saber porqué escribió el
poema.