El sábado pasado
anduve con un amigo por el barrio de la Boca, atraído por un encuentro de
poesía, música y pintura en el Museo Quinquela Martín, una dulce canción folclórica
francesa dio la bienvenida, acto seguido recitaron los poetas (hubo cierta
variedad de estilos, me quedó en el recuerdo un poema de Silvia Castro sobre el
quila, un arbusto frecuente en el interior de los valles cordilleranos, cuya
flor tarda aproximadamente 60 años en aparecer, para luego morir en el día
junto con la planta), aquella observación, propia de una escritora “patagónica”
fue compartida con la poeta chilena Malú Urriola, quien cerró la jornada con
una lectura rápida de sus poemas.
Minutos después
apareció desde atrás Vanesa Maja, con un vestido blanco recitando “rosabrillando”, sobre textos de la poeta uruguaya Marosa Di Giorgio, tremenda
memoria y enorme sutileza para resignificar un poema bellísimo.
Hubo un poco de todo
esa noche, desde mimos hasta pequeñas asociaciones comunitarias exponiendo sus
proyectos, pero cuando vino la música no pude evitar ir a la mesa donde estaban
los libros de Eloísa Cartonera, en ocasiones no puedo estar mucho tiempo quieto
en un mismo lugar, al rato lo vi pasar a Washington Cucurto, la última vez que
lo había visto fue en los 90, en este mismo barrio, como pasa el tiempo...la
oferta era buena y me llevé tres libros, hacía tiempo que buscaba tener algo de
Eloísa , faltaba un vino y en eso mi gran amigo el filósofo me invitó con unas
empanadas y un tinto, el marco perfecto para acompañar un instante de arte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario