sábado, 1 de junio de 2013

Sobre la conciencia


¿Qué es la conciencia?
Busco la etimología en el diccionario latino-español de Valbuena y encuentro lo siguiente:
la opinión de muchos, noticia, conocimiento de alguna cosa, luz, juicio, testimonio de la razón sobre lo que pasa dentro de nosotros. Conocimiento, participación, complicidad de una acción. Memoria, reflexión, escrúpulo, remordimiento. Complacerse con la satisfacción, el testimonio de su conciencia, con el conocimiento de que ha cumplido y satisfecho su obligación...

La palabra conciencia viene del latín conscientia, que significa estar consciente del bien y el mal. Esta palabra está formada del prefijo con (convergencia, reunión) y scientia (ciencia) de sciere (saber). Se dice que en latín existía el adjetivo conscius (partícipe de un conocimiento, que comparte con otro el conocimiento de algo) y que sobre este adjetivo se construye el sustantivo conscientia, en principio conocimiento compartido para posteriormente pasar a significar autoconocimiento global de un ser humano, de su existencia y de su pensamiento, de sus actos y de la relación de sus actos con la moral.
Lo interesante es el desarrollo del concepto cuando, a partir de conscius y de conscientia, el poeta Horacio (segunda mitad del siglo I. a.C.), en sus Épodos, emplea por primera vez un verbo conscire con el valor de "tener algo sobre la conciencia", a partir de allí la palabra conscientia pasa a adquirir el valor de "remordimiento", que antes no tenía.

Siempre consideré que ser consciente de algo es asumir la aceptación de normativas morales ¿pero de dónde vienen naturalmente impuestas esas normativas? ¿porqué la idea de remordimiento, como de algo que se va cultivando y extendiéndose dentro de uno, casi como una culpa, una encrucijada espiritual? ¿de dónde viene la aceptación “natural”? ¿de la conciencia del bien en tanto construcción? ¿de la conciencia del mal en tanto juicio moral?

Aquello estuvo en mi conciencia” para finalmente, enfrentando la encrucijada, sentir una reparación del hecho, “mi conciencia no me dejaba ir” para inevitablemente detenerse y volver sobre nuestros pasos, enmendando aquello que debíamos corregir, para cumplir con nuestra aceptación de las cosas, para saber íntimamente que no desbalanceamos la justa ecuación, que fuimos “ecuánimes”. En el fondo ¿no se trata de trazar la única línea que la historia humana nos permite? ¿es la conciencia la que digita ese trazo? Entonces ¿qué es la conciencia? ¿el sabernos partícipes de un sistema al cual adscribimos desde el uso de la razón? ¿velar por ese sistema, por esa pertenencia, cumpliendo con nuestra parte, para que a su vez todos cumplan las normativas? ¿trazar una línea que no tiene otra función que limitar el libre albedrío?

¿Porque vuelve alguien a un lugar sabiendo que va ser ejecutado?
¿Qué representa el concepto de redención en todo esto?
¿una simple liberación u obligación del ser moral?

Al final, el sujeto se redime, liberando la indeclinable culpa, la que no requiere juez, la que a partir de ese momento dejará de azotarlo moralmente.

Antes de todo eso era un esclavo espiritual, de algún modo lo seguirá siendo, pero algo nuevo, desconocido, nace junto con la conciencia cuando la misma es reparada, un orden natural se reestablece, y solo queda tiempo para tratar de entender el porqué de ese horizonte.

Nota: el dibujo pertenece a Marcos Vilchez.

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