Hay
una pregunta que suele reiterarse cada tanto, fue pronunciada innumerables
veces desde el amanecer de la humanidad: ¿Para qué
sirve la poesía?
Puesto
a analizar la utilidad, si tal cosa es posible, tal vez tengamos un
acercamiento con la idea que Oscar Wilde enfatizó en el prefacio del retrato de
Dorian Gray: “Todo arte es completamente inútil”. Preguntarnos
ahora, como se lo interroga en este casoFelicitas Casillo, para que sirve la poesía, no es lo mismo que
cuando los filósofos griegos se lo cuestionaron bajo un contexto absolutamente
diferente. Aunque pueda admitirse que la pregunta sobrevuela todos los planos,
ya sea desde aquellos albores de la civilización como en esta realidad virtual
donde todo parece estar conectado.
Tal
vez en el mismo momento que Aristóteles desarrolla su hipótesis sobre el origen
de la poesía, subsume en el análisis la utilidad de dicho oficio. El filósofo
griego estimaba en su poética que
el poeta tiende a representar los actos de la naturaleza mediante el artificio
de la imitación.
La
poesía puede no tener utilidad pero sin embargo la historia a sabido tener
cuidado con los poetas. El acto de revelar la belleza a través de las palabras. La pregunta
tendrá otro tipo de respuestas dentro de cien años, tal vez un mayor sentido; recordarnos nuestra naturaleza, de la que la poesía se encuentra imbricada.
La
rosa es sin por qué, dijo Ángelus Silesius.
Lo demás
simplemente sucede. Quizás solo sea cuestión de frecuentarlo, después de todo,
es lo único que quedará cuando seamos un murmuro en la antesala de la memoria.
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