Que hay…
Así terminaba “biutiful”, padre e hijo encontrados en un más allá cubierto de nieve, donde podían fumar.
No recuerdo película más dura, la “historia de un hombre en caída libre”, ángeles sin alas que se arrastran en el barro buscando una redención que nunca llega, aquellos que ven en medio de la miseria lo que otros apenas pueden olvidar, aquellos que oyen lo que no debería escucharse. Aquellos desangelados de piadosos mantos y oscuras acechanzas.
Antes de ver este film había escrito algo hace un tiempo, sin ninguna pretensión:
Yo estaba parado delante de un cajón, sin escudos ni corazas.
Emanaba una luz que a su vez estaba cubierta de algo ceniciento, como una nube ambarina. Eso no podía saberlo, apenas toleraba mi silencio. Imagino que es el otro el que puede ver, porque está en ambos mundos, y a la vez no, porque ya no es posible percibir lo que no se sabe.
Así las cosas pasan, los muertos siguen sin hablar, y yo pensando en llegar a una orilla.
Detrás de estas escenas, hay un clamoroso pedido de amor, ser recordados por quienes amamos, y sentir lo débil, efímera y grácil que es toda vida, ese valer la pena...
Así terminaba “biutiful”, padre e hijo encontrados en un más allá cubierto de nieve, donde podían fumar.
No recuerdo película más dura, la “historia de un hombre en caída libre”, ángeles sin alas que se arrastran en el barro buscando una redención que nunca llega, aquellos que ven en medio de la miseria lo que otros apenas pueden olvidar, aquellos que oyen lo que no debería escucharse. Aquellos desangelados de piadosos mantos y oscuras acechanzas.
Antes de ver este film había escrito algo hace un tiempo, sin ninguna pretensión:
Yo estaba parado delante de un cajón, sin escudos ni corazas.
Emanaba una luz que a su vez estaba cubierta de algo ceniciento, como una nube ambarina. Eso no podía saberlo, apenas toleraba mi silencio. Imagino que es el otro el que puede ver, porque está en ambos mundos, y a la vez no, porque ya no es posible percibir lo que no se sabe.
Así las cosas pasan, los muertos siguen sin hablar, y yo pensando en llegar a una orilla.
Detrás de estas escenas, hay un clamoroso pedido de amor, ser recordados por quienes amamos, y sentir lo débil, efímera y grácil que es toda vida, ese valer la pena...
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