domingo, 4 de agosto de 2013

Cuestionar la construcción

Con cierta frecuencia tengo el impulso de la escritura, es algo que simplemente ocurre. Creo que siempre me acompañará eso de construir y cuestionar la construcción, es parte de mi naturaleza supongo. El otro día estuve en un evento literario, ocupé un asiento para balbucear nimiedades absolutas. Me llegué a preguntar si en esa galería el espejo de la vanidad reflejaba destellos del entendimiento.

Ahora me pregunto que es el presente, que es el yo. Si despertara en el asiento trasero del auto a un costado de la ruta nocturna, sentiría por algunos segundos la angustia de no saber quien soy, pero fuera de estas disquisiciones me obnubila el origen de las ideas, y el porqué de las etimologías.

¿Cómo nace un concepto? ¿porqué al acto de de ejecutar vibraciones en artefactos se lo llama música? ¿porqué música lleva ese nombre? ¿porqué la asociación inmediata? ¿Que origen antecede la idea de aquello que se nombra? ¿De donde viene el vórtice de la palabra? ¿Porqué escribo? ¿Porqué vuelvo a preguntar siempre lo mismo?  

Ir en espiral hacia lo desconocido. Buscar la forma cuando solo hay tañidos de palabras que se apagan y se encienden, como resplandores anaranjados en el borde de las piletas, cuando ya es tiempo de partir y la opacidad se mueve en círculos hacia el horizonte.

Estoy esperando que aparezca el resquicio de una idea.
Algo, cualquier cosa, para tener el pretexto de poder decir que es la verdad.

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