viernes, 25 de septiembre de 2009

Los goliardos

Pocas veces me ha interesado tanto un movimiento poético como el que aquí intentaré reseñar. Si nos atenemos a la etimología, se coincide en afirmar que el término "goliardo", del francés Goulliard, significa algo así como "clérigo que lleva vida irregular". A su vez se recupera del latín vulgar la descripción Gens Goliat, "gente del demonio", del latín Gölias "el gigante Goliat muerto por David", "el demonio". He allí una simbiosis candente.

El concepto es propio de la Edad Media, en torno giraron clérigos, vagabundos y estudiantes que deambularon por los claustros de las universidades europeas del siglo XIII. Solían encontrarse en las tabernas deslizando ásperas críticas a la estructura social del medioevo, en especial las enseñanzas de la iglesia y las costumbres tradicionales de la época. No la pasaban nada mal.

Un desvarío al margen ¿bebieron los goliardos de las orillas poéticas de Omar Kayyam?. Las encantadoras cuartillas del gran poeta persa, dedicadas al vino y los placeres terrenales, tejen a mi entender un vínculo secreto con la poesía goliarda, logrando cohesionar en una obra el desdén hacia las religiones y el propio sentido metafísico de la existencia. De haber accedido a esta obra, los clérigos errantes tal vez hubieran apostolado estos versos, no podría ser de otro modo.

Los goliardos nos han legado escrituras poco pretenciosas pero esenciales para entender un segmento cultural y social de la Edad Media, en la figura de jóvenes burlones e inconformistas. Han sobrevivido manuscritos, odas sarcásticas y las candentes "Carminas Burana", posteriormente musicalizadas por Carl Orff (y explotadas en el cine hasta el hartazgo). Al respecto, a principios del siglo XIX se encuentran en el monasterio de Benediktbeuern (Baviera), un apergaminado manuscrito que contiene alrededor de 250 obras líricas, escritas en latín, con algunas interpretaciones en alemán antiguo. La posteridad conocería estos cantos realizados por poetas en su mayoría anónimos, aunque se conocen algunos poemas firmados: Hugo de Orléans, el Archipoeta de Colonia, Serlon de Wilton y Gautier de Lille entre otros.

¿Quiénes serían hoy los goliardos?

Alguna vez, escuche de mi amigo Rafael una teoría que por lo inaudita resulta reveladora, llegó a trazar una línea histórica que vinculaba el movimiento de los goliardos, la poesía beatnik y el concepto "no future" del punk. Lástima que esta literatura gris no se encuentra en la Web para regocijo de los internautas deseosos de cultivar otro tipo de conjeturas, queda abierto el espacio para reflexionar en torno a esas y otras ideas.

Por mi parte me despido con un poema de algún autoproclamado Goliardo, vale un extracto que bien hubiera merecido ser incluido en la Sociedad de los poetas muertos.

A todos me queda decirles, "Carpe Diem".

En la taberna

Cuando estamos en la taberna,

no nos preocupa nuestra sepultura,

sino que nos precipitamos al juego,

que es nuestro perpetuo desvelo.

Lo que se hace en la taberna

donde la moneda es el copero

esto sí importa averiguarlo.

¡Pero escuchad lo que os voy a decir!

 

Unos juegan, otros beben,

otros viven licenciosamente.

Pero entre quienes se dedican a jugar,

unos acaban desnudos

otros se visten allí mismo,

otros se cubren con andrajos.

Nadie teme allí a la muerte,

sino que a Baco su suerte dejan.

 

Primero por el precio del vino:

por éste beben los libertinos;

una vez beben por los cautivos

después beben tres por los vivos

cuatro por todos los cristianos

cinco por los fieles difuntos

seis por las hermanas vanas,

siete por los caballeros salvajes.

 

ocho por los hermanos perversos,

nueve por los monjes dispersos,

diez por los navegantes,

once por los desacordados,

doce por los penitentes,

trece por los que van de camino.

Tanto por el Papa como por el Rey,

beben todos sin ley.

 

Bebe el alma, bebe el amo,

bebe el caballero, bebe el clérigo,

bebe éste, bebe aquél,

bebe el siervo con la criada,

bebe el activo, bebe el perezoso,

bebe el blanco, bebe el negro,

bebe el constante, bebe el versátil,

bebe el rudo, bebe el amargo.

 

Bebe el pobre y el enfermo,

bebe el desterrado y el desconocido,

bebe el chico, bebe el viejo,

bebe el prelado y el decano,

bebe la hermana, bebe el hermano,

bebe la vieja, bebe la madre.

Bebe ésta, bebe aquél,

beben cien, beben mil.

 

Seiscientas rondas poco

duran, cuando sin medida

beben todos sin meta,

aunque alegremente beban.

Así, todas las gentes nos denigran

y siempre seremos pobres.

¡Quienes nos denigran se vean confundidos

! y no se cuenten entre los justos!

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