Ya sucedió, no crean que mi función se acercará al contexto periodístico, pero me resultó interesante acceder a nuevas (y no tan nuevas) lecturas de poesía. Este encuentro propició que toda una ciudad se movilizara en torno a las lecturas de poetas de diversas latitudes. No pude leer todo, pero me gustaron los poemas del cubano José Kotzer, la española Chus Pato, los argentinos Francisco Garamona, Laura Wittner, Marcelo Ahumada, Diana Bellessi, Marcelo Díaz (en la línea de Washington Cucurto), el paraguayo Lito Pessolani (con brisas a lo Oliverio Girondo), la alemana Nikola Richter (pequeña polémica por uno de sus versos “soy una linaje en extinción y vivo en un container”), la frescura de Meliza Ortiz y Florencia Volonté y tantos otros.
El festival realizó un homenaje a la figura de Paco Urondo, pero en general rescato lo que podría significar un espacio recuperado en el mundo de los poetas, ese “espacio de resistencia” del que alguna vez habló Juan Gelman y que propicia que muchas voces puedan ser descubiertas.
El festival realizó un homenaje a la figura de Paco Urondo, pero en general rescato lo que podría significar un espacio recuperado en el mundo de los poetas, ese “espacio de resistencia” del que alguna vez habló Juan Gelman y que propicia que muchas voces puedan ser descubiertas.
A propósito, sería interesante que se abran espacios, dentro de este tipo de eventos, para quienes publican en los blogs. En ocasiones las bitácoras generan escrituras que salen a la luz sin pasar por los circuitos de publicación impresos. Un buen pretexto para descubrir nuevos modos de acercarnos a la belleza y a la experimentación, o lo que ello signifique cuando nos encontramos a solas con nuestra alma.
A todo esto, la imagen de esta portada corresponde a Victor de la Viña López.
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