La
pelota que arrojé cuando jugaba en el parque
aún no
ha tocado el suelo
Dylan Thomas
Los dibujos que hacen los niños tienen la virtud de expresar con pocos trazos lo que a pintores reconocidos les significa una abigarrada arquitectura de tonalidades y bosquejos laboriosamente labrados y urdidos.
Algo así ha comentado Pablo Picasso, y es
cierto, siempre lo más sencillo de crear esconde detrás la complejidad de una
ecuación. Acercarse a esa mirada, en el que todo destello puede urdirse sin más
artificio que el trazo de una carbonilla, es tarea propia de quienes conservan
retazos de la niñez, esa economía de recursos simboliza, en ocasiones, imágenes
inabarcables e inauditas. Pienso (lejanamente) en los dibujos de Kalil Gibran,
las pinturas de Roualt, los versos apacibles de Omar Kayyam, el cubismo, el
arte prehistórico…
Todas estas expresiones, a su turno, han representado bosquejos de lo creado, sin necesidad de edificar complejos paisajes, o abigarrar múltiples abstracciones. Sin embargo, cada uno de esos trazos podía abarcar y contextualizar el sentido de una cultura, el misterio de alguna religión…
Por estas y otras cosas elijo publicar dibujos en el blog, donde pueda acompañar el poema, del modo más breve y precario posible.
Verdaderamente nada, fuera de este frágil
contexto, me importa tanto.
Es como las poesías que nunca corregimos, y no
nos atrevimos a publicar.
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