Enfrente de Puan encontré esta “plaquette”
de Alejandro Rubio (Ediciones Belleza y Felicidad, 2015) en el que me detuve en
el poema que da título al pequeño poemario.
Puede ser que no se entienda
su función, uso, propósito, fin o virtud.
Puede ser que cuando uno
anda por la ciudad a todo trapo,
la gente, los semáforos, las bicis, viendo
lo que vemos para parar la olla
sin poderlo creer, alineado o nervioso,
piense que es cosa de ingenuos o parásitos
porque te piden que seas veloz y craso
o te pasan por arriba. Pero mire usted
su propio caso: toda la noche maneja
con Horacio Molina, a volumen bajo,
le guste a quien le guste, así que vive
en la lírica barrial de los 40
como cualquiera que ame a Gracilazo.
Vive envuelto en música
encajado en metal, rodando por calles
húmedas
y entiende de qué se trata.
Así que usted vive a su manera
en el mismo mundo
en que yo vivo a mi manera.
Luego coincidí con esta reseña, donde es
posible advertir en el autor el tono crítico en clave política, dentro de un
coloquialismo no excento de una lírica que lejos se encuentra de la postura
autocompasiva. Alejandro Rubio es un poeta de nuestro tiempo, y tiene lecturas
de la realidad que habilitan el impulso reflexivo.
Después
de esto, solo queda bajarse del taxi y caminar a solas bajo la lluvia.