José Saramago dice que el blog es un espacio
de reflexión, me parece acertado concebir este modo de expresión, que ha ganado
preponderancia entre los usuarios que pululan en el profuso espacio virtual,
probablemente se trate de una apropiación que no cederá terreno por mucho
tiempo. Estimo que los poetas le han dado un carácter catártico al asunto, un
modo de profundizar el frecuente desasosiego, probablemente una manera “visible”
de trabajar con las palabras.
La cuestión pasa por la bitácora de laboratorio que suelen exponer algunos escritores, volcando allí manuscritos y borradores que de otro modo no saldrían del arcón de los recuerdos. Oliverio Girondo decía que no había mayor crítico literario que el cajón de nuestro escritorio ¿qué no diría ahora de los blogs?.
Este espacio de comunión transita su atardecer apacible, lo conforman extraños que, a fuerza de arrojar subjetividades, brindan solitario consuelo a seres que buscan tender un puente con sus palabras, no estar tan solos en este mundo.
Me quedo pensando en la necesidad de arrojar botellas que tuvieron algunos poetas, esperando a que las estrellas pueblen las oscuras aguas, aquello que escribieron en una hora calcinada, la penumbra que habitaron en la opacidad.
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