sábado, 11 de julio de 2009

Para los poetas que no escriben

Alguna vez tuve que elegir, yo que podría haber sido un poeta maldito, elegí la vida quieta, el hogar feliz, la crianza de un hijo.

No me arrepiento.

A veces las cosas te llevan a poblar otras encrucijadas, necesitas estudiar, conjeturar inquietudes académicas, dirimir cuestiones éticas y filosóficas, cuestionar lo que no es verdad.

Entonces la vida pasa, los años pasan, y siento que se paga un precio, el precio son los fantasmas, aquello que no hemos podido ser, entonces surge una bipolaridad que de alguna manera genera un trauma por no haber tenido el coraje de seguir los embates del corazón.

Alguna vez, recibí de Ernesto Sábato la hermosa mentira de una felicitación por un par de poemas, alguna vez me senté a la mesa de los poetas que recitaban en voz alta, al límite del aullido, alguna vez publiqué (y luego quemé) libros de poesía, lo que tengo ahora es el correlato de una encrucijada, de la que supe enumerar todos sus capítulos, el modo con el cual intenté retomar ese dilema fue la escritura en un blog de poesía.

No supe, o no quise, apartar la sombra de lo que alguna vez fui.


2 comentarios:

  1. Tendría mucho que decir sobre esto, Áureo, pero acaso lo más sensato es no decir nada y guardar cierta reverencia cómplice en mi propio padecimiento del día a día, cada vez que suena el teléfono o llega un recibo, o al tener que cercenar los raptos creativos -cada vez menos frecuentes-, porque es hora de hacer almuerzo, etc. Disculpe lo prosaico de mezclar tales cotidianidades (que aun así me empeño en enfrentar con amor), en medio de sus heridas-hirientes disquisiciones, mas de eso se trata.
    Y sin embargo, yo, que soy algo ilusa, todavía sueño con los futuros posibles.
    La primera maldición del poeta (o el que se pretende tal), a veces consiste en que nada le pertenece y él tampoco pertenece a nada, ni a nadie. La segunda tal vez sea la urgencia de aprender a vivir con eso, cosa de no tener que limitarse apenas a sobrevivir...

    Un abrazo -reparador, si eso fuera posible-.

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  2. Vaya si son reparadoras estas palabras amiga, son esos mensajes que simplemente se agradecen, porque encierran verdades, como cuando menciona la urgencia de vivir con esta condición.
    Un abrazo sincero.

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