martes, 28 de julio de 2009

Variables y constantes

He decidido caminar por el pantano.

Creo que en poesía es posible establecer constantes y variables, si nos tomamos el trabajo de analizar las diferentes estructuras que conforman el oficio. Por ejemplo, una constante, desde el aspecto gramatical, serían los versos endecasílabos o los haikus, una suerte de arborescencia homogénea que puede otorgar cierta libertad, a la vez que mutila dicha noción de libertad, para corresponder a la forma, estricta y rigurosa. Las variables en cambio estarían representadas por el verso libre. Así, parte del simbolismo francés del siglo XIX es una parábola inmensa de sinuosas variables, procedentes de ejercicios que llevan al descenso y la conmiseración, aguas aparentemente quietas, nocturnos y soledades…

En algún punto, creo que las variables representan el subterráneo río que corre debajo de la línea del horizonte, aquello que fluctúa indefinidamente, los opuestos desplegados en impares direcciones. Esta idea me acompañó un tiempo (yo que tanto he dudado), teniendo por certeza la ausencia de certidumbre, mientras pensaba en una frase ("la conjetura del muérdago"), que me llevó a creer que ciertas percepciones se adhieren a las paredes de lo creado, cuando no queda otra cosa que recoger tiestos, eso que creemos ver con cierto resplandor, arrancando los jirones de nuestro condenado entendimiento.


3 comentarios:

  1. Bravo, amigo!
    A partir de lo dicho por vos... logré una certeza: Heráclito no puede sino que ser interpretado por Poetas, aquellos dominados por las musas, aquellos... endiablados vaya a saber por qué cosas o aconteceres, aquellos... que no tienen pruritos en plasmar la contradicción, la miseria, la sinrazón para llegar al hueso del alma en su multiplicidad de formas y olores; sólo los Poetas, y Heráclito fue uno de esos, locos de atar...
    Respecto a lo que dijíste de Reynols y del mentado Gurú, creo que te respondería con un silencio, ni de blanca, ni de negra, ni de corchea, ni de semicorchea, ni de fusa o semifusa, lo haría mediante un silencio con sentido atronador -casi de juicio final... ¡Va qué sé yo, de milagro que en éste momento no me parte un rayo por tamaña picardía y osadía que supone querer asirlo o interpretarlo!
    Mejor me callo.
    Te mando una calabaza!

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  2. Viejo amigo
    Me alegra tu participación, vaya a saberse donde nos llevan estos entuertos. Me gustaría preguntarle a Tomasín sobre Heráclito, no me olvido de la tercer variable que arrojó al aire con respecto al huevo o la gallina: el gallo
    Con esta afirmación me retiro a mi cueva y me quedo pensando.
    Un abrazo.

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  3. Bueno, a mí me alegra que te alegre, cómo también me alegra participar, lo cual constituye una alegría de Perogrullo.
    Hay que convocar a Tomasín, aunque más no fuese para que nos trate de Estultos o nos arroje una risotada.
    Te mando tres abrazos para repartir.
    ignacio

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